martes, 15 de septiembre de 2009

LA QUE SE NOS VIENE ENCIMA.

Corrección política, venero de atildadas necedades en materia de educación. Algunos padres –los más lúcidos- saben reconocer el disparate, aunque no atajarlo. Lo confiesan: “la educación que hoy les damos a nuestros hijos es una gilipollez tras otra”. Lo reconocen: “Todos los padres de hoy tenemos problemas con los críos. Lo pagaremos”.

Los jugueteros deben de estar encantados con esta inacabable ola de ñoñería: cientos o miles de juguetes repartidos por toda la casa, arrumbados por las esquinas de cada habitación, flamantes, como recién salidos de fábrica. Mala suerte, ésos no le gustan al mozalbete. Papá decide probar suerte con cuatro balones, tres coches teledirigidos y un muñeco que piropea al niño cuando se le aporrea. Está programado para ello, a imagen y semejanza de sus papis. Una mamá, revista “rosa” en mano, está en la sala de espera del médico con su niña de tres años, supuestamente enferma. La pequeña, vigorosa pese a su dolencia, le arrebata a la madre el pasatiempo: “No, no cariño, no le quites a mami la revista. Mira, mami llora…” Un mocoso de 4 años aporrea las plantas del huerto del abuelo con una pala de juguete. La madre manifiesta su arredramiento: “Uh, madre mía, con lo que está disfrutando, cualquiera le quita ahora la pala”. La tía, corajuda y expedita, intercede: “No cariño, no hagas eso, por favor, que las plantas lloran.” Llegan a la guardería la madre y la niña. Aquélla, madre coraje toda ella, le pide encarecidamente a la niñera que le quite el abrigo a la nena, que ella no puede.

Tibios signos de cambio se perciben. Enrique Mújica, el Defensor del Pueblo, manifiesta ante las cámaras la conveniencia de que los alumnos traten de usted a los maestros y profesores. El ministro de educación, A. Gabilondo, se atreve a decir que estamos equivocados en nuestro modelo educativo, que hemos creído, erróneamente, que la educación era dar todo nuestro cariño a los niños, sin exigirles esfuerzo ni inculcarles valores éticos. Arturo Canalda, el Defensor del Menor, llama la atención sobre la violencia de diversas series televisivas creadas para público juvenil. En su telediario, Iñaki Gabilondo habla con valentía de la barbarie de Pozuelo. Carga contra la lenidad con que se “castigará” a las bestezuelas menores de edad que participaron en el dantesco espectáculo. Y contra los padres de esos angelitos cuando, con marmórea jeta, protestan por el castigo que les impuso la juez: ¡que durante 3 meses se recojan antes de las 22 horas! Draconiano castigo. Se comprende la indignación de los susodichos.
Éstas y otras declaraciones se han hecho como respuesta a los nefandos disturbios perpetrados en Pozuelo por un nutrido grupo de botelleros. No serán los últimos. Los modales tiránicos de una legión innúmera de niños malcriados no quedarán recluidos a hogares y aulas. Antes o después, estos mercenarios de la diversión sin límites, tomaran las calles, campando por sus respetos. Hordas de insensatos esperan su turno para placear su triste condición a los cuatro vientos. A todos nos llegará su horrísono pregón.

¿Puede extrañar la violencia de nuestros jóvenes cuando, según algunas encuestas, la mitad de los padres cree que es tarea de los maestros y los profesores educar a sus hijos? Claro, si es que lo mejor es delegar estos engorros en los profesionales. Que el maestro eduque a mi niño, que el médico lo mantenga sano, que la universidad le dé un título, que el gobierno le busque trabajo… Los padres están, eso sí, para engendrar a los niños. Esto, curiosamente, no se delega en nadie, sino que cada cual arrostra las penalidades amatorias y copulativas como puede, con esforzado estoicismo.

Hace unos meses, cuando todavía yo escribía en el blog de José Antonio Marina, aduje sobradas razones sobre la necesidad recuperar la autoridad en las casas y las escuelas. Recibí críticas de los defensores del nuevo “orden” educativo, de los progres que enarbolan la bandera de la tolerancia y la libertad. Yo, claro está, era para ellos un nostálgico de los tiempos en que la letra entraba con sangre, un amigo de las formas despóticas y el autoritarismo de pasadas décadas. Salí de allí asqueado, aunque justo es reconocer que también hubo quien me prestó su apoyo. Sin embargo, Marina, en su “Recuperación de la Autoridad” dice lo mismo que yo (o yo lo mismo que él). Pero este señor quedará a salvo de las acusaciones que yo recibí (y recibo), pues la fama otorga inmunidades y privilegios magníficos.

Un amigo me cuenta que cuando viaja con su mujer e hijos (6 y 3 años) éstos no paran de protestar e incordiar desde los asientos traseros del coche: “No nos hacéis caso, no nos hacéis caso”. “Eso es, amigo –le contesto yo-, ese es el quid del problema: que la mayor parte de la atención que les prestáis a los críos es contraproducente y nociva.” Y les explico cómo deben hacer para lograr implantar un poco de paz en el hogar. Pero no creo que me comprendan. Lo malo es que lo llegarán a comprender por las malas. Y cuando sea demasiado tarde. La que se nos viene encima.

Saludos.

4 comentarios:

  1. Me ha impactado su entrada, palabra por palabra coincide con mis pensamientos y preocupaciones, aunque sería imposible escribirla con tanta divertida ironía e inteligencia como lo hace usted. Enhorabuena.

    Por lo que ya nos hemos leido, sabe que estoy de acuerdo en todo lo que aquí plantea, como cualquiera que quiera mirar la realidad con sinceridad y sin prejuicios. Muchos chicos de hoy desprecian a sus profesores, a sus padres, y ahora a la policía, como a cualquiera que intente poner un mínimo tope a sus apetencias, desarrolladas sin freno desde la infancia.

    Lo que me asusta terriblemente pensar es qué pasará con éstos que ahora tienen 3, 5, 8 años, ésos que usted describe hoy en variadas situaciones con tanto humor y tan certeramente. Los que hoy con 17 años pegan a la policía, con 3 años eran manejables. Los que hoy con 3 años no pueden ser manejados ni educados, ni adaptarse a ninguna norma social ni familiar, con 17... ¿quemarán vivos a sus padres y profesores? No lo sé... Como bien dice usted, sus padres comprenderán lo que han hecho (o no hecho) demasiado tarde...

    Ya hay varias generaciones perdidas sin voluntad para trabajar, ni estudar, ni adaptarse a la sociedad y sus leyes, que parasitarán de sus padres hasta que mueran. Aún estamos a tiempo de salvar a las próximas, y parece que algo, como usted indica, socialmente se empieza a mover.

    Algo social se mueve sólo tímidamente, pero quiero ser optimista y creer que este movimiento aumentará, y la gente forzada a callar como yo podremos hablar en alto de este problema que, hasta ahora, en tantos ambientes era tabú. Entonces los hipócritas (como los del barco), que en cada época son los bufones de la ideología dominante, irán callando sus bocas. En esta época han hecho mas daño social que en ninguna: han destrozado el futuro de los niños con sus poses y sus mentiras. Espero que alguna vez sean conscientes del daño y cambien de actitud. Bueno, responsables de sus actos es exigir demasiada moralidad, pero eso sí, sabiendo el tipo de individuos que gastan estas actitudes intuimos que si la ideología dominante cambia el rumbo, el barco de los hipócritas virará de nuevo a favor del viento.

    Sea como sea, brindemos con una tímida esperanza por este cambio social tan necesario para todos, sobre todo para los niños y la sociedad del futuro.

    Un abrazo de anónimo y gracias por el post, siempre gusta saber que no estamos solos en nuestras ideas, Raus.

    Anónimo

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  2. Vivimos en una sociedad contradictoria que pide a la escuela que eduque a sus hijos pero cuando ésta se pone a ello se escandaliza por la "intromisión" del Estado en las familias. También hay mucho indocumentado que confunde la autorictas con la potestas. Quizás por eso le llamaron la atención a usted y no a Marina.

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  3. En primer lugar, me alegro de leerte otra vez.
    Lo que dices yo no lo habria podido expresar mejor, con lo cual en cuanto que tenga tiempo, me gustaria dar mi modesta difusion a tus palabras desde mi blog, tanto las de esta entrada, como las que ofreces en los comentarios de la anterior. Espero contar con tu permiso para ello.
    Por otro lado, y entrando en el tema, como bien dices, "la que se nos viene encima". Y se nos viene porque el sistema esta a punto, o ha superado ya la "masa critica" a partir de la cual estalla por los aires, se quiera o no se quiera. El problema es que ahora, incluso los padres que quieren educar bien lo tienen muy dificil, porque como decia Marina, ya no educan siguiendo la corriente de la sociedad, si no que lo hacen en contra. Para educar a un nino hace falta la tribu entera, pero la tribu o bien esta en lo mismo que los ninos, o esta a sus intereses (sin pensar en nada mas) o simplemente mira para otro lado y pone la basura debajo de la alfombra. En este contexto, puede que la crisis economica pueda poner algo de esperanza en todo esto. Y lo digo porque esta crisis (y espero equivocarme, porque pienso que lo peor de ella esta por llegar) espero que sirva para reflexionar sobre la direccion que esta tomando la sociedad espanola. Y esa reflexion, en el caso del pueblo espanol, desgraciadamente solo llega cuando el propio pueblo sufre los efectos de su tozudez y falta de miras, de sus errores, al fin y al cabo.
    En cuanto a nuestro querido Marina...como sabras yo hace tiempo que dudo de sus intenciones y de su honestidad intelectual. Aunque aun albergo la esperanza de que no sea un vendido a los intereses de siempre. Solo podria decirlo con mayor conocimiento si tuviera un contacto personal con el, cosa que evidentemente no es el caso.
    En cuanto a las soluciones al problema, se me antojan dificiles. Espana tiene que cambiar de arriba a abajo casi todo: modelo productivo, educacion, actitud de los medios de comunicacion...Ya algunos economistas e intelectuales empiezan a hablar de que deberia llegarse a unos nuevos "Pactos de la Moncloa", como se hizo durante la transicion, convocando a todos los agentes sociales para llegar a una solucion.
    Lastima que tenga poca o nula confianza en la clase politica en general, y en el PSOE en particular.

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  4. Es usted extremadamente amable y generoso, Anónimo, además de inteligente. Añado esta circunstancia a los motivos para brindar copa en alto. Quiero creer que no todo está perdido. No crea que no me cuesta sacar el humor y la ironía, pero una de las personas que más quiero de este mundo me recomendó sabiamente que utilizara la ironía tanto como me fuera posible, y eso intento.

    Hoy, en un telediario, se ha noticiado que el rey ha hablado de la necesidad de reconocer y prestigiar la figura del maestro y el profesor: otro pequeño signo de cambio. Esos niños que usted dice, de 3 u 8 años, son todavía recuperables, pero hay que actuar ya, sin esperar a que la Divina Providencia interceda.

    Hace unas semanas, un amigo, padre de dos criaturas, me dijo que, en su opinión, la mayor parte de las desavenencias y rupturas conyugales está provocada por los hijos. Le corregí: “Están provocadas por el que yo llamo “Síndrome Paterno de Incompetencia Educadora Adquirida” (SPIEA en lo sucesivo). Es cierto, si esos niños intratables de 3 ó 5 añitos no son corregidos adecuadamente desde ya, cualquier barbaridad cabe esperar de ellos cuando lleguen a los 17.
    Respecto a la hipocresía de los del barco (o de bastantes del barco), no puede ser más cierto, Anónimo. Cuando el viento sople en otra dirección, no entonarán el mea culpa, pues mucho y largo tendrían que entonar. Quiero preparar un largo artículo (o una serie de artículos) que hablará del tráfico de naderías de la posmodernidad. Creo (espero) que le gustará a usted.

    Reciba un abrazo.


    Hola, cambiosocialya. Gracias también a ti por tus amables palabras. Sí, por mí puedes difundir estas ideas. Lo que yo deseo no es otra cosa que ofrecer argumentos y razones para suscitar el debate que tanta falta hace. Es cierto que educa (o maleduca) toda la tribu. Sí, pero la tribu empieza en el seno familiar y la familia es (o debería ser) la institución educadora más importante para cualquier niño. Las familias que se dejan llevar por el caos reinante incurrirán en graves errores, y fomentarán la perpetuación de este lamentable estado de cosas. Esperemos que los inevitables efectos de la crisis económica sirvan para que comprendamos que de los problemas se sale con buena formación y cultivo de la inteligencia. De lo contrario, seguiremos siendo poco o nada competitivos. Lo que padres y niños deben comprender es que es el empollón quien nos hace la vida más larga y agradable. Pero hoy, la opinión que se tiene del empollón es que es un ratón de biblioteca que repite las cosas que lee como un papagayo. No es cierto. Habrá empollones de éstos. Sin embargo, todas las grandes figuras del pensamiento, han empollado y engullido información con gran voracidad. Pero el esfuerzo que supone empollar está hoy proscrito del ideario festivalero de la posmodernidad.

    Yo creo que Marina es un excelente autor, aunque también dice cosas que no me agradan nada. Yo he aprendido mucho con sus libros. Eso sí, su comportamiento en su propio blog no me parece de recibo. Y lo digo, porque lo cortés no quita lo valiente.

    Es evidente que hace falta una discusión de todos los agentes sociales. Estoy de acuerdo. Lamentablemente, muchos de nuestros políticos están en el bando de la corrección política, especialmente el PSOE, y me parece que hay pocas
    esperanzas de que muden de ideas.

    Saludos.

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