martes, 27 de abril de 2010

PARA EL FORO DE DESEDUCATIVOS

Una de las objeciones y recriminaciones más reiteradas e importantes de los defensores de la LOGSE es, en efecto, que nuestra intención es deshacernos de los alumnos de clases socioeconómicas bajas. Y es totalmente cierto que los alumnos revienta-clases no sólo proceden de familias y barrios pobres, ni tiene por qué ser así. Chavales insolentes que gustan desafiar al profesor los hay por todas partes. Muchos viene muy maleducados de familias “piji-progres”: adineradas y con buena posición, pero que, por ser tan “progresistas” han empleado con sus hijos unas prácticas educativas perniciosas, con total ausencia de autoridad paterna y ajenas al sentido común. El número de chicos con problemas de personalidad, e incluso con el “síndrome de emperador”, no sólo proceden de familias “desestructuradas” (vaya palabro”), sino, como digo, de familias con buenos recursos que aplican un igualitarismo pseudodemocrático al “educar” al hijo.
En mi opinión (insisto, en mi opinión; ignoro qué pensarán los demás coautores de Deseducativos y otros maestros y profesores), un buen profesor NO tiene por qué saber cortar dialécticamente a un alumno que lo insulta (o que insulta a otro alumno). Ni tampoco, más en concreto, saber ponerlo en ridículo. Si a estos “cortes” tienen que recurrir no pocos profesores es debido, precisamente, a que el profesorado no puede contar ni con la ayuda sistemática del centro ni, por supuesto, con los padres del chaval insolente (al menos por lo general).
El chaval que insulta al profesor o al alumno debería salir inmediatamente de clase. Cuando hay reiteración de insultos o mala conducta en general, los padres deberían saber sancionar al hijo, colaborar con el docente. Es decir, debería haber entendimiento entre profesores y padres en estas cuestiones (y otras). Pero, al menos, si la colaboración paterna no existe, el centro debería tener claro que el alumno insolente debe salir de clase ipso facto, porque ni aprende ni deja aprender y porque su conducta es indigna. Nuestro amigo Lozano Andaluz nos dijo que en otros países con buen sistema de enseñanza el docente sólo tenía que apretar un botón de debajo de la mesa para avisar de que un alumno debía salir fuera. Es decir, la mala educación reiterada debe tratarse fuera de clase. Eso es una medida correctora adecuada por varias razones. Una, muy importante, es que los demás alumnos no tienen por qué perder el tiempo de clase por culpa de un alumno maleducado, ni tienen por qué oír cosas poco agradables. Los problemas de indisciplina importantes no deben tratarse en la misma clase. Eso es como si un adulto se dedica a insultar a sus compañeros de trabajo y el jefe decide amonestarlo o apercibirlo en el mismo lugar. El resultado, entre otros, es que durante ese tiempo se para o ralentiza el trabajo porque todo el mundo está pendiente y expectante de qué dirá el trabajador y qué dirá el jefe; a veces con la curiosidad malsana de ver si el jefe sabe ponerse en su lugar o si el otro le gana la partida. Por otro lado, el profesor que corta al alumno puede quedar muy humanamente afectado del rifi rafe con el alumno, lo cual le perjudicará su concentración. O quizá se quede con el temor de que el alumno vuelva a las andadas, y esto lo dejará inquieto y nervioso.
Así pues, la necesidad de enfrentarse en clase a alumnos que insultan, molestan y sacan de quicio a todo el mundo:
- Supone un parón en la buena marcha de la clase. Pérdida de tiempo para todos.
- Posible (probable diría yo) expectación malsana de los alumnos por el desenlace y por ver si el alumno pone en entredicho la autoridad del profesor.
- El profesor se ve obligado a un “cuerpo a cuerpo” indigno de su profesión y cometido.
- Un alumno de 15 ó 16 años con largos años de chulería en su currículo podría no verse intimidado ni cortado por la intervención “cortante” del profesor, lo cual agravaría la cosa.
- El profesor, como humano que es, podría perder los papeles, en especial si tiene un mal día.
- Si el chaval quedase en ridículo o avergonzado, el profesor podría temer una futura venganza de aquél.
- El profesor podría desconcentrarse o quedar nervioso tras el encontronazo “dialéctico” con el alumno, lo cual repercutiría en la calidad de sus explicaciones.
- Los padres, incluso aunque fueran colaboradores, podrían quejarse de ese particular método correctivo. Etc., etc.
El drama de los profesores, quizá el mayor, es que se hallan en la más pura indefensión, que nadie los apoya. Los partes casi nunca sirven para nada. Un amigo maestro me dice que ya no hace partes, porque no sirven para nada en absoluto. Los métodos adecuados para tratar estos casos pasan por la expulsión inmediata de clase del alumno que insulta o agrede al profesor o a los alumnos, por las razones expuestas. La expulsión, huelga decirlo, será proporcional a la falta cometida.
Otra cosa, por supuesto, son las faltas de respeto leves, que, por ser tales, sí pueden ser tratadas en el mismo desarrollo de la clase. En fin, a este respecto me gustaría oír las opiniones de mis compañeros.

Saludos.

35 comentarios:

  1. Comparto prácticamente en su totalidad tus reflexiones. No obstante, la praxis diaria y esa falta de respaldo institucional hacen que estemos "a solas con el enemigo" en esa guerra de trincheras que es el aula. Quizá, por suerte para mí, y de paso para mis alumnos, me crié en un barrio obrero donde la vida era bastante dura, y gracias a eso he sido capaz, hasta ahora, de manejar la tensión en clase sin demasiados agobios.

    Pero, insisto, falta educación -y conocimientos, claro, pero sobre todo educación-. Las actitudes extremas por parte de alumnos determinados (por llamarlos de algún modo, pues algunos son ya delincuentes sin fichar) requerirían acciones contundentes como mejor respuesta. Mientras no haya educación suficiente es preciso un régimen disciplinario eficaz, por desgracia. Y no quisiera terminar dando la razón a los paradigmas del anterior régimen en su máxima "la letra con sangre entra".

    De todas formas, el modelo de sociedad al que nos enfrentamos es en esencia el origen del problema, transferido al sistema educativo, que es a su vez tan sólo una parte más del complejo engranaje políticofinanciero de control de masas. Tengo para mí que si el sistema no prescribe un entramado educativo mejor, que atienda las verdaderas necesidades del individuo, es simplemente porque no interesa tal, y sí en cambio perpetuar el estado de ignorancia, estupor y discriminación en que está la sociedad, inane y postrada.

    Un abrazo.

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  2. Bienvenido, Javier.
    Sí, a eso me refiero yo. No hay respaldo, en general, ni de la Administración, la Dirección o los padres. Lógicamente, el profesor se ve obligado a bregar con algunos chavales que, como bien dices, son delincuentes sin fichar (pronto les ficharán). Yo, en Deseducativos, ya he dicho muchas veces que el cambio radical no pasa únicamente por cambiar la ley, sino la mentalidad de los padres. Porque, vamos a ver, si nos llamamos Deseducativos es porque entendemos que los docentes están, principalmente, para enseñar y los padres para educar. ¿Pero es esto lo que ocurre? ¿Llegan a clase bien educado los críos y los chavales? Por supuesto, hay de todo, pero creo que uno de nuestros más graves problemas es que no. En consecuencia, le corresponde al docente enseñar y educar al mismo tiempo, lo cual es imposible, ya sean de Primaria o de la ESO. Imaginemos que –oh, milagro- pudiéramos desterrar la LOGSE y demás legislación basura de nuestras aulas. ¿Todo arreglado? ¡No! Todavía tendríamos el pequeño “detalle” de que los chavales seguirían yendo a la escuela sin educar por sus padres; lo cual obligaría al maestro y el profesor a segur lidiando con los maleducados de marras. Tendría que dedicarse, como hace ahora, a educar y enseñar. Y no digo que la implantación de una ley sensata no mejorara sustancialmente esta situación. Quizá sí. Los padres verían que ya no se les regala el título a sus hijos, y presionarían a éstos para que estudiaran, que se aplicaran en clase y que no dieran guerra. Sí, pero esto lo podrían hacer algunos padres, no muchos. Mi experiencia al respecto me hace ser muy pesimista en esto. Cada día veo por doquier una cantidad ingente de padres que no saben controlar mínimamente a sus retoños, a los que sobornan continuamente para que se callen y dejen de dar la lata. Los críos, en general, están siendo muy malcriados por sus padres. No se les educa para que maduren, sino para que no salgan de su condición infantil en la vida. Mientras estas espinosas cuestiones no sean puestas sobre el tapete y con la valentía que requieren, la educación y la enseñanza irán en este país cada vez a peor. Si sólo se puede enseñar con garantías a un niño bien educado, ¿cómo no decir ya a los padres que no deleguen en nadie su responsabilidad como principales educadores de los niños? Lo primero, por lógica y sentido común, es educar al niño. Lo segundo, enseñarle. Y lo gordo del asunto es que es tanta la confusión que reina entre los padres que habría que enseñarles a ellos a educar bien a sus retoños.
    Quiero elevar estas reflexiones a Deseducativos, Javier. Lo malo es que siempre ando muy apretado de tiempo.
    Me dejo cosas importantes de tu comentario sin contestar. A ver si puedo más adelante.

    Un abrazo.

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  3. Gracias por tu respuesta. Desde hace tiempo ando rumiando la idea de que es necesario un cambio radical en la educación, pero me da miedo abordarlo en mi blog, a pesar de la escasísima repercusión que tendría. Y es que, creo, ese cambio del sistema educativo llevaría implícito, necesariamente, uno social de la misma o superior envergadura. No sé si estamos preparados para ello. A menudo recreo en mi mente el sistema espartano en su periodo clásico: si los padres son incapaces de hacerse cargo del cuidado, atenciones y educación de sus hijos, ¿por qué no el Estado? ¿Una locura? Ya te dije que era demasiado radical... o quizá sólo lo parece.

    Un abrazo.

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  4. No, Javier, gracias a ti por participar en este modesto blog. Lo que aquí ocurre es que los padres han ido mamando desde hace bastantes años las pedabobadas que tú conoces: “que no se debe frustrar a los críos, que no le des un cachete en ninguna circunstancia que se te va a traumatizar, sé su mejor amigo, halágalo constantemente para que crezca con una buena autoestima, razona con él, hazlo partícipe de las decisiones familiares”, etc., etc. Aunque a mí José Antonio Marina me ha decepcionado en varios sentidos, estoy de acuerdo con él en algunas cosas de calado. Él decía que se debería ir pasando revista a los padres que no ejerzan de padres por negligencia. Por desgracia, perdido el sentido común en tantas y tantas cuestiones serias, llegamos al punto de plantear la necesidad de mecanismos de control de lo más básico. Esto suena a injerencia inaceptable del Estado. Y yo, desde luego, arbitraría otras medidas antes que ésa. Ahora bien, es muy cierto que la Administración debe intervenir de oficio cuando sabe que un niño está sufriendo gravemente las negligencias de sus padres. Así, por ejemplo, puede decidir quitar la custodia del hijo si éste es alimentado muy irracionalmente, al punto de que peligre su salud y vida. O cuando hay maltratos. Pues bien, debo decir que muchas de las prácticas "educativas" que hoy se emplean en miles y miles de hogares son extraordinariamente perniciosas para el desarrollo de la personalidad y la inteligencia del niño. Me duele la boca de decirlo. El juez de menores Emilio Calatayud habla claro en este aspecto: una educación permisiva es una educación que puede preparar el camino de un futuro delincuente. Ni más ni menos y suene como suene. En el campo de la psicología puedo asegurar que los efectos de esa permisividad son devastadores.
    El Estado no podría hoy día asumir la educación de los niños, Javier (con independencia de que sea o no una locura). Es que los mismos que nos gobiernan, tanto de derechas como de izquierdas, son totalmente inconscientes de lo que está pasando en los hogares españoles. Ellos mismos ignoran la gravedad de que sucede. No sabrían cómo hay que educar a un niño, pues también ellos están contaminados de la ideología de la permisividad y el laissez faire. No hay más que ver de qué guisa posaron las niña de Zapatero para la foto aquélla que ya sabes. Ahora bien, ¿qué debería hacerse en caso de que los gobernantes sí supieran cómo se debe educar a un niño?
    - Yo, en primer lugar, daría la voz de alarma. El paro que hoy tenemos no es más grave que la mala educación que reciben demasiados críos de sus padres. De hecho, un niño malcriado está destinado, casi con seguridad plena, a ser un fracaso laboral, cuando no carne de presidio. ¿Suena duro? Pues así lo creo y lo digo. Es decir, esto requiere de toda la atención del mundo.
    - Organizar una penetrante y ambiciosa campaña informativa para desintoxicar a la población de las gilipolleces pedagógicas del laissez faire.
    - Dar clase a los padres de cómo educar a los hijos. Esas clases deberían ser de obligatoria asistencia, aunque debería verse, como es lógico, si los padres ya lo hacen bien o no. Etc.
    Me importa un pimiento si alguien piensa que esto es una injerencia del Estado en la vida del ciudadano o una conculcación de su libertad personal para educar. Las escuelas para padres de que yo hablo no impartirían ningún tipo de “valores”, ni de ideología. Sólo enseñarían los métodos educativos de sentido común para educar bien al niño. Para enseñarle a madurar, ser responsable de sus actos, voluntarioso y sociable. Pero si nuestro drama (el que yo veo al menos) es que no hay conciencia en las autoridades del problema ni de su gravedad, pues apaga y vámonos. De hecho, ni siquiera existe esa conciencia, me temo, en todos mis lúcidos, cultos e inteligentes compañeros de Deseducativos. Pero ojalá me equivoque.

    Un abrazo.

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  5. No pensaba precisamente en este Estado... Sea como fuere, ardua tarea la de educar a los adultos... contra su voluntad. No así a los chavales, que son capaces, si se les da la oportunidad, de asimilar prácticamente cualquier cosa, tanto las buenas como las malas.

    No obstante, ese Estado, ese Gobierno, el de ahora o el de mañana, cre que sí son perfectamente conscientes del sistema educativo que proporcionan a la sociedad. Antaño, cuando la educación estaba al alcance de muy pocos, existía una suerte de "selección natural" que ordenaba convenientemente el sistema, dotándolo de los recursos necesarios para su funcionamiento, lo mismo por arriba (las clases económicas fuertes) que por abajo (las demás clases). Desde hace unas décadas, cuando se universalizó en la Europa de posguerra el paraguas protector del Estado, y la educación se convirtió de privilegio en derecho y deber, se hizo necesario otro método de ordenamiento selectivo, de manera que, aunque nominal y materialmente la educación era una realidad de la que participaba toda la sociedad, la verdadera cultura y el conocimiento auténticos quedaron reservados, si bien de forma encubierta, a las clases de siempre, las económicamente consolidadas.

    De modo, Raus, que el sistema se autoprotege de las intromisiones poco deseables de lo vulgar o común. La educación, valor, derecho y deber universal, está en manos de un mecanismo dominado, hoy, por los psicopedabobos a sueldo del poder, que se encargan del conveniente adocenamiento de las masas infantojuveniles con las que hay que bregar, porque una sociedad realmente culta, informada, sensata e inteligente es lo más peligroso que puedas imaginar, y lo último que el poder necesita. Por el contrario, una sociedad de masas incultas, ignorantes, cohabitantes de un sistema en el que lo único que se espera de ellas es que aporten su fuerza bruta y sin cualificar, y que consuman cuanto se les dé, conviene a los grupos dirigentes, que, en consecuencia, lejos de no tener ni idea de lo que hacen, perpetúan el sistema con leyes educativas a cada cual más disparatada, dando, eso sí, la imagen general de que no saben por dónde se andan y de que son incapaces de llegar a un entendimiento político en la materia.

    Un abrazo.

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  6. Cierto, Javier, tan arduo que quizá fuera inviable. Los padres harían lo contrario de lo que se les dijera sólo por rebeldía pueril. Lo entiendo. Ahora bien, lo que sí es del todo necesario es organizar una campaña informativa que acabe calando en la sociedad, sin regatear medios, porque nos va mucho en ello.
    De lo demás, no sé que decirte, Javier. Yo creo que este gobierno no es consciente de lo que hace, ni legisla sobre enseñanza para hundirla o para idiotizar a la población. Soy más pesimista al respecto, aunque parezca paradójico. Pero ahora no tengo tiempo. Más tarde expondré algunas razones.
    Un abrazo.

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  7. Javier, estoy totalmente de acuerdo con usted, los que tienen el poder-parné aducen con sus migajas a las masas.

    Señor raus, ahora no tengo tiempo suficiente para hablar de las escuelas eficaces, lo haré en cuanto pueda, aunque imagino que imaginará a qué tipo de escuelas me refería. Ahora sólo me gustaría hacerle unas preguntas (no es necesario que las contestes sino quiere), porque hay algunas cosas que no acabo de entender.
    No entiendo como siendo, usted, un hombre de razones, pida para los niños lo que usted no práctica. Me explico:
    No entiendo como propone, usted, persona que siempre da razones (cómo debe ser), que no se escuchen las razones de los niños, ni se razone con ellos (para mí debería ser obligatorio, partiendo de sus simples modos de razonar, enseñarles a razonar con destreza; muchos no lo hacen y esto no es bueno para nadie, ni para ellos, ni para la sociedad, quizás, eso sí, para los que gobiernan - que no sé si en realidad son la mitad de los que tienen el parné - o para los que quieren gobernar – la otra mitad -, que en esto sí que se entienden bien; razonar para autoconocerse y para elegir bien antes de actuar).
    Tampoco entiendo como es que, llamando usted a la participación (eso sí de ciertos sectores), no quiera que los niños participen en la toma de decisiones familiares, etc. (por supuesto que en la medida de sus posibilidades). Al igual que un buen carpintero o buen cirujano aprenden el oficio partiendo de las enseñanzas de sus maestros, de habilidades y destrezas adecuadas, mucha práctica y autoexigencia (la teoría sola no les llevaría a ser buenos, excelentes; las innovaciones, lo nuevo, lo que nunca se usó antes, una nueva técnica en cirugía, por ejemplo, salen de los conocimientos anteriores, pero también de la observación, investigación, práctica; “la práctica hace al maestro”, aunque también es cierto que una mala práctica, por muy practicada que sea nunca hará maestros, esto ocurre mucho hoy… somos aprendices de mucho y maestros de nada). Igual que un carpintero o maestro, decía antes, aprende el oficio de una manera determinada, así debe ir aprendiendo el niño a razonar, etc. A veces, pedimos peras al olmo, ésta es la sensación que tengo cuando habla usted de escuelas de padres y de las recetas que deben aprender. A muchos padres, maestros… y a todos los niños a lo que hay que enseñarles es a razonar, a pensar, a ser autónomos y a sentirse parte importante de los grupos en los que se desarrolla; yo misma creo que necesitaría muchas clases teóricas, más práctica y más autoexigencia para razonar como dios manda (esto último, como dios manda, es un decir, ya sabe). Saludos

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  8. Creo que lo más triste es que vivimos en una sociedad donde, no solo predomina la ignorancia, sino lo que es peor, se presume de ello. antes como decís, si no sabias una cosa te callabas y luego lo preguntabas, ahora no solo no lo sabes sino que dices ..y que? El sistema educativo está mal, pero los ejemplos que se dan diariamente a través de los medios de comunicación es peor.

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  9. Estimada Anónimo, la bondad de las teorías se demuestran en la práctica. Tiene con usted a un niño de 6 años. Usted sabe que este crío necesita comer verdura y pescado cada día. Al niño le gustan los bollos, las hamburguesas y las patatas fritas, principalmente , pero no la verdura y el pescado. ¿De qué manea conseguirá usted que el crío coma lo que debe comer?

    Un niño de 7 años está mejor en su casa jugando con la play que en la escuela. ¿Qué haría usted para que el niño fuese a la escuela?

    Saludos.

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  10. Señor raus, usted confunde enseñarles a razonar y a participar con dejarles hacer lo que les dé la gana. Las normas cuando el niño nace están puestas en una casa, igual que en municipio, etc. otra cosa es que no existan o que si existen, todos o algunos, se las salten a la torera, mal ejemplo, fatal. Una cosa es ir poco a poco enseñándoles a razonar y a participar y otra aceptar desde sus primeras palabras sus razones. Al niño hay que decirle ¡no!, ¡esas razones se salen del marco!
    Pasará lo mismo con la escuela; el niño tiene que ir a la escuela, esto es lo legal, no se permiten razones que se salgan de la legalidad; el niño es listo y lo comprenderá pronto.
    Mire, la sobriñilla de una amiga con seis años ha estado hace poco muy mal, ingresada en el hospital, el diagnóstico diabetes. Tienen que pincharle tres veces al día insulina, seguir una dieta especial, nada de dulces. Sus padres y los médicos se lo han explicado y la niña lo ha entendido perfectamente. Llama a su tía por teléfono, al poco de salir del hospital, y le dice: tita, ya no puedes traerme “chuches” cuando vengas, porque no puedo comerlas, así que si vienes el domingo me traes, si puedes, un cuento, ¡vale!
    Saludos

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  11. Te/os leo mientras voy digiriendo. Tengo mi opinión casi formada, pero no siendo ni ejerciendo de profe, estimo más leer que opinar.

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  12. Hay una obrita de teatro que satiriza con gran ingenio la situaciñon de la penosa situación. Acabas riendo por no llorar. Pasadlo y hacedlo llegar al máximo número de sufrientes profesores. Les puede servir de terapia de consolación. Se descarga gratis en: http://www.bubok.com/libros/7929/TEATRO-ANTIPEDAGOGICO

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  13. Y que lo digas, Mercedes. Lo de los medios de comunicación clama al cielo. Es una exhibición continua de ignorancia y zafiedad acongojantes. ¿Qué podemos esperar de una sociedad que está pendiente de lo que dice la inefable Belén Esteban o que se tira horas y horas de radio y televisión hablando y hablando de fútbol? Pan y circo, sí, pero hay que ver que circo más malo.

    Celebro tu prudencia al respecto, Desclasado, pero no te cortes en opinar y dar razones, por favor.

    Anónimo (el último): muchas gracias por la información. Lo leeré gustoso en cuanto pueda.

    Anónima, no veo en qué me confundo. Lo que yo digo es que las normas que existen en la casa, o que deben existir, no las cumplirá el niño a través del razonamiento. Usted dice que sí y yo le digo que no. Si usted espera que un niño (cualquier niño) vaya a la escuela cuando comprenda la necesidad de ir a ella, le aseguro que no sabrá lo que es pisar la escuela en la vida. Simplemente, hágase la prueba. Cójase a un niño de 6, 7, 10 años y explíquesele a conciencia que es su deber ir al colegio porque es lo legal o porque es lo bueno. Si realmente comprende y se guía por razones, no hará falta más: el crío, por voluntad propia, irá al colegio cada día de su vida. Habrá comprendido las razones de ir al colegio. Dígasele que es libre para ir o no ir, que puede quedarse en casa jugando a la play o lo que sea o ir a cumplir su deber. Se supone –usted supone- que el niño, al comprender esas razones de su deber, irá motu proprio a la escuela. ¡Cuánto me gustaría que usted me pudiera demostrar eso, señora Anónimo! Yo me apuesto con usted lo que sea a que no encontraría niño que asistiera a clase por voluntad propia. ¿Cree usted que por decirle que eso es lo legal el crío va a acatar? Por favor, señora, por favor.
    La niña de 6 años que usted pone de ejemplo, en absoluto comprende las razones para no comer dulces. No actúa de acuerdo con las razones dadas por los adultos, SINO que obedece ciegamente a los adultos. Y esto sucede cuando entre los adultos y los niños hay establecida una relación adecuada. El adulto se ha mostrado como líder de la relación desde el principio y el niño le obedece, sin comprender las razones para hacer o no hacer tal o cual cosa. Si tuviéramos que esperar a que los críos comprendieran por qué es necesario comer verdura y no bollos, ir a la escuela o hacer la cama, la llevaríamos clara. Es más: aunque el adulto se haya mostrado ante el crío como un líder firme de la relación (como la autoridad a quien hay que obedecer), esa relación se puede truncar en cualquier momento si el adulto deja de ejercer de líder firme, si empieza a flaquear a la hora de imponer normas y límites. El niño, estimada Anónimo, simplemente hace lo que le dice su padre, sin comprender ni remotamente las razones verdaderas que hay para hacer lo que dice. Cuando yo voy al médico éste, por lo general, no me explica las razones profundas de por qué tengo que seguir tal o cual tratamiento. Simplemente yo confío en su criterio. Si yo tuviera que comprender las razones que hay detrás de la decisión de que siga este o aquél tratamiento, pobre de mí. Y lo mismo cuando trato con el bombero, el arquitecto o el ingeniero. Yo comprendo que ellos son las autoridades en sus respectivas materias y no me paro a ver si entiendo las razones de sus actos y órdenes. Es que eso me obligaría a entender de medicina, de arquitectura, de ingeniería… En el niño ni siquiera hay la comprensión consciente de que el adulto es el que sabe, sino una relación adecuada establecida a través de condicionamiento instrumental, ni más ni menos (la cual establece, a su vez, la relación emocional pertinente).

    Saludos.

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  14. Mire, señor raus, al niño, desde mi punto de vista, se le debe explicar toda norma y también hay que decirle que hay que cumplirla obligatoriamente. Igual que al ciudadano hay exigirle su cumplimiento; si usted pega o roba o… irá a la cárcel, y así será quiera o no, pero primero debemos saber el por qué se deben cumplir las normas y qué puede llevarnos a la cárcel; ya sé las normas se saltan a la torera; igualmente muchos no acatan o acatamos la autoridad de nuestros superiores (a veces porque consideramos que son ellos los primeros que no actúan como debieran); muchos adultos no acatamos o respetamos la autoridad del médico, profesor, juez, etc. por motivos diferentes – no confiamos en su profesionalidad o en su ética o… Son muchos, creo, los que no respetan la autoridad de quiénes poseen autoridad (la que les confieren sus cargos sociales, políticos, profesionales, etc. democráticamente otorgados o conseguidos a través del estudio, exámenes…), ¿usted siempre la acata? Por lo que dice no lo creo, habla de autoridad, pero de qué autoridad habla. Soy partidaria de la autoridad que confieren las normas (democráticamente elaboradas) y en la de aquellos que saben transmitirlas, enseñar su valor y el por qué de su existencia, en la de aquellos que saben exigir en caso de desacato su cumplimiento así como en la de aquellos que tienen la medida de ir cambiándolas para mejorarlas sin salirse de la propia norma. Y soy partidaria de la autoridad de aquellas profesionales que se exprimen cada día para hacer mejor su trabajo. El problema principal es que muchos adultos no cumplen las normas, por eso no las cumplen los niños y jóvenes. Un amigo profesor de instituto, al preguntarle sobre por qué llevaba a su hijo a un colegio privado siendo él profesor de un centro público, me dijo que no confiaba en la preparación de sus compañeros ni en la propia, al parecer esos religiosos tenían mejor formación. En fin. No creo que existan superhombres ni superhéroes, aunque sí creo en la existencia de personas honradas, éticas que se esfuerzan cada día en hacer lo mejor posible su trabajo, en saber más, en ser mejores personas. La unión hace la fuerza, cuando quiera subir un piano a su piso necesitará de la colaboración de varias personas, idem al fabricarlo.
    Los niños acatan las normas cuando se las explican bien, se les exige cumplimiento (conocen las sanciones y saben por qué son necesarias) y ven que los adultos las cumplen. Mire, cuando pequeña, en mi colegio, cumplíamos las normas por miedo a una autoridad rancia, al salir del colegio incumplíamos más de una, supongo que por rabia, pero eso sí… nos asegurábamos de que nadie nos viera. No hay peor cosa que no nos dejen explicarnos, porque esto lleva a la frustración, a la rabia y al odio.

    Todas las teorías filosóficas, todas las ideologías pueden ser igualmente válidas e igualmente inválidas y quizás la solución sea aunarlas, recoger de cada una de ellas lo bueno y desechar lo malo de todas. Tal vez no sea tan difícil.

    Un saludo

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  15. No, señora: los niños tienen que cumplir normas mucho, pero que mucho antes de que acierten a entenderlas mínimamente. Ni remotamente un crío de 3 años va a entender por qué necesita comer fruta, verdura o pescado. Si le gustan más las patatas fritas, pedirá patatas fritas sin entender ni una de las razones que le diga su madre sobre la alimentación y la salud. Ni una. Uno de los errores más garrafales de las nuevas pedagogías constructivistas y afines es creer que los niños de cualquier edad comprenderán las razones que les digamos los adultos. Y de ahí la tremenda lucha que en muchos hogares se libra todos los días entre padre e hijos. Los padres, intentando que los críos cumplan con las normas a base de razones y ellos a su bola. La mayoría de ellos a su bola. Da igual que usted y yo nos repitamos. Aquí entramos en el terreno de la práctica, no de la teoría. Sería cuestión de que usted me mostrara cómo a base de razones los críos cumplen las normas, pero me temo que esto no va a ser posible. Nadie ha conseguido tal cosa que yo sepa. Y las consultas de mis colegas están llenas de padres atribulados por ese motivo: porque intentan que los críos cumplan a base de razones. Y usted se equivoca rematadamente conmigo cuando, nuevamente, insinúa cosas que yo no defiendo. Que me hable usted de que de niña obedecía por miedo, me lo indica claramente. Pues mire usted, no: yo no he defendido jamás ningún método intimidante como norma, porque, en general, no hace falta inducir miedo al crío. Discúlpeme, pero me cansa tener que estar defendiéndome de ese tipo de insinuaciones que me parecen odiosas por injustas. Usted dirá, quizá, que no hacía ninguna insinuación, pero si no cuenta lo del miedo que pasó de niña como una insinuación de lo que cree que son mis métodos, no sé por qué lo cuenta. Ni lo permisivo ni lo punitivo me convencen.

    Saludos.

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  16. Es cierto nos repetimos, así que dejémoslo estar. aunque un último apunte: pues claro que el niño debe cumplir normas antes de que las entienda esto es obvio. Como es también cierto que el niño hasta X edad no sabrá de elección y se conformará con rebelarse llorando cuando lo que le den no le guste. Como hay niños que tomarán sólo aquello que tengan sus padres para darles, si es que tienen algo. Es triste que un niño no pueda decir que le gusta el chocolate, porque no sabe que existe. Además cuando un niño de meses llora porque una papilla no le gusta y sin embargo otra sí... esto también tendrá su significado. Aunque es cierto que al niño hay que darle lo que aconseja el pediatra (cuando era pequeña los pediatras recomendaban a partir de los tres meses la leche de vaca, esto hoy está ¿prohibido?

    Un saludo

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  17. Perdón, se me olvidaba, es que voy con prisas, el trabajo, quería decirle que no creo que sus métodos sean intimidante, sino algo planos, ya le comento el significado en cuanto pueda. Pero sepa,creo que ya se lo he dicho en más de una ocasión, que usted me parece una persona dialogante que quiere mejorar la situación actual de la educación.

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  18. Señora Anónimo, yo creo que usted no conoce a qué métodos me refiero, porque, de hecho, no recuerdo haberlos expuesto nunca. Lo que he hecho más bien es negar la eficacia de los métodos permisivos que hoy se emplean a mansalva. Y critico en especial éstos porque constituyen plaga, lo cual no significa que yo no esté en contra de los métodos punitivos: aquéllos que acojonan al crío.

    He puesto el caso de la alimentación adecuada, como podría haber puesto cualquier otro. ¿Comprenderá el crío de 4 años por qué debe recoger el papel de caramelo que ha tirado al suelo? ¿Lo recogerá porque su madre le diga que no hay que ensuciar las calles o la casa con papeles y otras cosas? La respuesta es un rotundo NO. ¿Cree usted que los padres no dan razones a sus críos para que cumplan con las normas? NO PARAN de ofrecerles razones. Literalmente: no paran. Pero eso no funciona en absoluto. Y cuantas más razones oyen de sus padres, menos caso hacen. ¿Y qué es lo que ocurre al final, señora Anónimo? Yo se lo digo: que el padre o madre en cuestión acaban de los nervios y, entonces, recurren al azotazo, al grito, a la amenaza y la intimidación. Porque acaban hasta la coronilla. Y el crío, en ese momento, obedece. Los métodos permisivos, los métodos dialogantes (dar razones para que cumplan) son un desastre total. No sólo son inútiles sino que conducen la mayor parte de las veces a enfados y violencia de unos y otros. O a arrojar la toalla y no imponer casi nada al crío por no entrar en batalla continua. Es en las casas en que má se intenta dialogar con los críos donde más disputas y conflictos hay. Usted es libre de no creérselo, señora Anónimo. Pero yo estoy dispuesto a apostar todo lo fuerte que sea necesario. Ignoro si yo podría colgar aquí vídeos demostrativos de lo que digo: padres que intentan dar razones a sus críos para que hagan lo que deben y que se encuentran con la más recia de las sorderas. Yo estaría encantado de poder ofrecer aquí vídeos demostrativos de que dar razones a los hijos para que cumplan las reglas establecidas no conduce sino a la desesperación de los padres y la más absoluta indiferencia de los críos (que, al final se vuelven despóticos. Muchos). Y si encuentro la manera de colgar tales vídeos, o de hallar en internet posibles vídeos sobre este problema, aquí los traeré. Entre tanto, sugiero que se observe lo que pasa en la mayoría de las casas de amigos o conocidos con niños.

    Saludos.

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  19. Señor raus, si le parece oportuno contésteme a estas preguntas, me gustaría saber su opinión al respecto:¿cómo explicaría usted a un niño de 6 años (mire los libros de texto para esta edad de cualquier editorial) las palabras que llevan sílabas inversas, trabadas, etc.? ¿Con qué método le enseñaría a leer? ¿Cómo le explicaría usted que toda planta está compuesta por raíz, tallo...? ¿Cómo comenzaría a enseñarle la historia a un niño de diez años.

    A mí me la enseñaron así - a los diez años:

    La escuela de Casasana (Cela)

    El viajero se lava un poco en el portal de la posada, mientras le preparan la comida.
    A través de un tabique se oye cantar a las niñas de la escuela. La escuela de Casasana es una escuela impresionante, misérrima, con los viejos bancos llenos de parches y remiendos, las paredes y el techo con grandes manchas de humedad, y el suelo de losetas movedizas, mal pegadas. En la escuela hay - quizás para compensar - una limpieza grande, un orden perfecto y mucho sol.
    De la pared cuelgan un crucifijo y un mapa de España, en colores, uno de esos mapas que abajo, en unos recuadritos, ponen las islas Canarias, el protectorado de Marruecos, y las colonias de Río de Oro y de Golfo de Guinea; para poner todo esto no hace falta, en realidad, más que una esquina bien pequeña. En un rincón está una banderita española.
    En la mesa de la profesora hay unos libros, unos cuadernos y dos vasos de grueso vidrio verdoso con unas florecitas silvestres amarillas, rojas y de color lila.
    La maestra, que acompaña al viajero en su visita a la escuela, es una chica joven y mona, con cierto aire de ciudad, que lleva los labios pintados y viste un traje de cretona muy bonito. Habla de pedagogía y dice al viajero que los niños de Casasana son buenos y aplicados y muy listos. Desde afuera, en silencio y con los ojillos atónitos, un grupo de niños y niñas mira para dentro de la escuela. La maestra llama a un niño y a una niña.
    - A ver, para que os vea este señor. ¿Quién descubrió América? El niño no titubea.
    - Cristóbal Colón.
    La maestra sonríe.
    - Ahora, tú. ¿Cuál fue la mejor reina de España?
    - Isabel La Católica.
    - ¿Por qué?
    - Porque luchó contra el feudalismo y el Islam, realizó la unidad de nuestra patria y llevó nuestra religión y nuestra cultura allende los mares.
    La maestra complacida, le explica al viajero:
    - Es mi mejor alumna.
    La chiquita está muy seria, muy poseída de su papel de número uno. El viajero le da una pastilla de café con leche, la lleva un poco aparte y le pregunta:
    - ¿Cómo te llamas?
    - Rosario González, para servir a Dios y a usted.
    - Bien. Vamos a ver, Rosario, ¿tú sabes lo que es el feudalismo?
    - No, señor.
    -¿Y el Islam?
    - No, señor, eso no viene.
    La chica está azarada y el viajero suspende el interrogatorio.
    El viajero almuerza pronto, a eso de las once, y después se va a una taberna, a una de las escasísimas tabernas que hay en Casasana, a charlar con algunos hombres que han hecho un alto en el trabajo.

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  20. Perdón de nuevo, cuando le comento la enseñanza que recibí en la escuela, no lo hago con ninguna malicia, sólo quería explicarle que a mí no me preguntaban ni me explicaban, sólo me obligaban y por ello no me gusta un tipo de educación autoritaria, tampoco la permisiva, como ya habrá podido deducir de la forma de actuar que propongo o métodos (llamémosle mixtos). No sé cuál es el método que propone; pero deduzco de sus palabras, no sé si equivocadamente, que el método que utilizaría es un método, desde mi punto de vista plano, es decir, y resumiendo excesivamente, que desarrollaría poco la creatividad, la opinión, la participación, la iniciativa, etc. en los niños; pero como dice es sólo dedución, quizás si algún día habla de sus métodos podré estar de acuerdo con usted en todo, en parte o en nada.

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  21. Perdón de nuevo, cuando le comento la enseñanza que recibí en la escuela, no lo hago con ninguna malicia, sólo quería explicarle que a mí no me preguntaban ni me explicaban, sólo me obligaban y por ello no me gusta un tipo de educación autoritaria, tampoco la permisiva, como ya habrá podido deducir de la forma de actuar que propongo o métodos (llamémosle mixtos). No sé cuál es el método que propone; pero deduzco de sus palabras, no sé si equivocadamente, que el método que utilizaría es un método plano, es decir, que desarrollaría poco la creatividad, la opinión, la participación, la iniciativa, etc. de los niños, pero como dice es sólo deducción, quizás si algún día habla de sus métodos podré estar de acuerdo con usted en todo, en parte o en nada.

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  22. Estor de acuerdo con la reflexión que se expone en el posto. Se habla mucho de "respeto" pero, paradojicamente, lo que se respeta más es la "falta de respeto", en sanidad pasa más o menos lo mismo, ante pacientes que hacen uso indebido y abusivo de los servicios y se permiten insultar al personal lo único que cabe es callar porque sí le pones en su sitio se va corriendo a poner una denuncia y en la mayoría de los casos el que recibe el rapapolvo es el profesional por aquello de que hay que respetar al usuario

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  23. Bienvenida, Wendy. Gracias por tu comentario. Si trabajas en sanidad, también conoces el paño. Tengo varios amigos médicos y cuentan lo que tú.

    Anónimo, hace bastantes días intenté colgar mi respuesta, pero me daba una y otra vez error tipo vx... o yo qué sé. Puñeta de informática. Buscaré la respuesta en los archivos y la cuelgo.

    Saludos.

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  24. Bueno, Anónimo, no encuentro la respuesta que elabroré. Da igual. Las explicaciones a niños pequeños (y no tan pequeños) son inútiles. Si tú le pides a un crío de 2 años que no salte encima del tresillo con los zapatos puestos, te va preguntar por qué. Tú le explicarás que porque se ensucia y se estropea el tresillo. Pero al crío le da igual que se ensucie. De modo que le tienes que explicar por qué no da igual que se ensucie. Porque así sucio huele mal y está feo. Pero a él, te lo aseguro, le importa un pito que el mueble quede feo. A ti sí te importa pero a él le trae al fresco. Si le explicas que se estropea, te va a preguntar por qué. Si lo entiende, le va a dar igual. También rompe sus juguetes y se queda tan ancho. Si le explicas que mamá tendrá que comprar otro y eso cuesta dinero, quizá te pregunte qué es el dinero. Y ponte a explicarle qué es el dinero, y luego cómo se consigue, y luego qué es trabajar y luego para qué hay que trabajar... Le tienes que explicar la vida entera para que te haga caso sobre una cosa nimia. El ejemplo de la planta es diferente a ojos vista. Y lo más importante: cuando le enseñas las partes de una planta no le estás enseñando que su deber es hacer o dejar de hacer tal o cual cosa. Si el crío deja de saltar no será porque haya comprendido nada, sino porque se lo ha pedido su padre. Simplemente, obedece. Si no obedece es porque el padre no se sabe imponer.
    Saludos.

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  25. Bien, le agradezco me haya hecho saber su método.

    Un saludo

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  26. No creo que usted sepa mi método, porque no lo he explicado. Lo que sabe es cuál no es mi método.

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  27. Para salir de dudas, escoja un ejemplo y explique paso a paso cómo lo haría yo según usted.

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  28. Perdone, señor Raus, le he vuelto a interpretar mal. No obstante, creo que esta forma de actuar que propone es un método educativo, que nada de malo tiene. Una cosa es que no me guste a mí y otra, que no sea práctico y valioso, sólo la práctica puede darnos o quitarnos la razón. Usted lo ha dicho en alguna ocasión no es un método autoritario, ni intimidante, para mí, es una forma más de entender la educación. Cuando leí su respuesta pensé: “Esperaba algo más del señor Raus, pero bueno, lo sencillo no tiene porque ser menos valioso, muchas veces al contrario.

    Un saludo

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  29. No pasa nada, señora Anónimo. Quizá algún día tenga tiempo para explicar mejor este tipo de cosas. Estoy pensando en cerrar el blog. Apenas puedo atenderlo.
    Un saludo.

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  30. Bien, señor Raus, todo tiene un tiempo, me da un poco de pena, pero lo entiendo. Lo seguiré leyendo en otros espacios.

    Un saludo

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  31. Yo estoy ,en general, de acuerdo con el señor Raus.

    Yo lo que observo es que cada día es más desagradable interactuar con niños porque, a poco rato que estés con ellos se ponen tontos e insolentes. Ésto último es normal-como lo es que sean un encanto-y no es el auténtico problema. Lo que sí es un problema es que no se les pueda corregir con una mínima contundencia porque "está mal visto".

    Veo a los padres más exclavos y tiranizados por sus hijos que nunca: ellos mismos se han ido poniendo la soga al cuello y ellos mismos deberían ser conscientes de su propia alienación e írsela quitando.

    Mientras ésto no cambie, procuraré mantenerme a prudente distancia de padres con niños y viceversa y sólo permaneceré a su lado malcriándolos, y de panoli mientras me paguen por ello y/o por necesidad perentoria.

    Es triste que la crianza, que pudiera ser gozosa, de los hijos, la hayamos impregnado de un plus perturbador del tamaño del actual.

    "Para criar a los hijos hace falta la tribu", dijo alguien .

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  32. Raus, amigo, escribe o di algo, que sepa que estás vivo.

    Un abrazo.

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  33. Felices Fiestas, señor Raus.

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  34. Feliz Año, Raus.
    Hazte ver por algún sitio...

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