jueves, 2 de abril de 2009

UNA REFLEXIÓN SOBRE RAZÓN Y LIBERTAD.


¿Somos criaturas libres o la libertad es sólo una ilusión que se forja la consciencia? Las investigaciones neurológicas actuales nos indican que nuestras decisiones son inconscientes. Una parte de nuestro cerebro se activa unas décimas de segundo antes de que verbalicemos la decisión. Voy a explicar aquí qué pienso sobre la relación entre razón y libertad. Será una reflexión contra el relativismo. Esa impostura psicológica e ideológica que nos lleva a renegar de nosotros mismos.

Supongamos por un momento en que todos estuviésemos de acuerdo con que 1+1=2. Ya sé que es mucho pedir, pero solicito un esfuerzo a los relativistas.

Vayamos ahora con lo de las obligaciones. ¿Qué fuerza psicológica me podrá impedir que yo diga que 1+1=3? ¿Es mi deber, en algún sentido concebible, afirmar que 1+1=2? ¿Qué me obliga a decirlo? En realidad, la lógica. Sin embargo, una cosa es estar obligado a hacer algo y otra, bien distinta, estar o ser “forzado” a hacerla; es decir, hacerlo por una fuerza incoercible. El miedo insuperable a morir me fuerza a darle mis pertenencias al atracador: no soy dueño de mí. El dolor insoportable me fuerza a delatar al compañero de lucha. El golpe que me da ese hombre fuerza mi caída.

En la naturaleza actúan fuerzas. Por eso hablamos de cuatro fuerzas fundamentales: nuclear fuerte, nuclear débil, electromagnética y gravitatoria. Las leyes físicas, hablando en puridad, no “obligan”, sino que “fuerzan”. Ese cuerpo no “obedece” la ley de la gravedad cuando cae al suelo: simplemente se ve forzado a caer al suelo por una fuerza que actúa en él. La obligación (o el deber) pertenece, exclusivamente, al reino de la consciencia (esencialmente la humana hasta donde nos es dado conocer) y de la libertad de acción. La única libertad que conoce el ser humano es la que dimana de la razón, cimiento de la voluntad. Si actúo inconscientemente, actúo forzado por elementos psíquicos incoercibles e incontrolables.

¿Qué nos obliga a aceptar los recados de la razón y la evidencia? ¿Qué nos obliga a responder que 2+2 son 4 y no 5? Nuestro deseo de ser libres, de respetarnos a nosotros mismos, de actuar con auto-control, de sentirnos actores que saben por qué hacen las cosas. Psicológicamente hablando, resulta casi insoportable la sensación de que actuamos de x manera sin saber por qué actuamos así. Esto no es invención mía. El lector interesado puede consultar el magnífico libro del gran neurólogo Michael Gazzaniga, “El cerebro ético”. En él se explican con detalle las contundentes pruebas existentes sobre nuestra necesidad de generar ideas que justifiquen nuestros actos. Racionalizar no es dar razones, desde luego; pero aquí quiero señalar que tanto racionalizar como dar razones son un intento de nuestra mente de mantener en pie nuestra idea de que somos agentes libres, autodeterminados.

Pues bien, ajustarnos a la razón es la única manera de que nuestro deseo de libertad sea algo más que una mera ilusión (racionalización) o compulsión incoercible.

Es decir, la libertad del hombre sólo se hace posible cuando se aceptan las restricciones de la lógica y la axiología. Escoger la solución de la lógica (2+2=4) es la única manera de obrar libremente, bajo control. La obligación moral no fuerza. La obligación “sólo” exhorta. Sólo el respeto a los hechos y la lógica satisface mi deseo de ser un agente libre (o lo más libre posible) en esta vida.

Nada nos fuerza (porque no somos computadores programados para…) a escribir 2+2=4. Si escribimos 4 y no 5, es porque nos parece bueno poner 4 y malo poner 5. Si operamos lógicamente es porque “valoramos” la lógica como el medio por excelencia de sabernos libres: autocontrolados. Podemos poner 5 para burlarnos de algo o alguien, o de guasa. Pero si pretendemos ponerlo en serio, entonces le faltamos el respeto a la misma consciencia de las cosas, nos faltamos el respeto a nosotros mismos, nos llevamos la contraria, nos contradecimos. Por eso, aunque los relativistas intenten hablar con expresiones relativistas, les es imposible: siempre se les cuelan expresiones absolutistas, objetivistas. Bajan la guardia y prescinden del “a mi parecer”, “para mí”, “a mí me gusta”… y recurren al “X es tal”, psicológica y lógicamente omnipresentes. Es que el relativismo propone la negación del mismo yo: una operación tan absurda que la mente la repele con todas sus fuerzas.

Irónicamente, sólo obramos libremente cuando observamos las exhortaciones de la razón, cuando contraemos la obligación de respetar lo que se muestra evidente a la conciencia: que 2+2 son 4. Lo demás es faltarse el respeto a uno mismo, negarse a uno mismo.
Quienes escriben que 2 al sumar 1 y 1, es porque les parece bueno escribir 2.

Somos libres cuando nos acogemos a los dictados de la razón y la evidencia.

Saludos.

13 comentarios:

  1. No es malo desde luego que seamos ambiciosos al intentar abordar las cuestiones centrales de la existencia, que al fin y al cabo es lo que se hace desde aquí.
    Pero yo he de admitir que todo esto me supera...
    Aunque intentaré aportar lo que pueda, como siempre.

    La discusión libertad/libre albedrío vs determinismo es, yo diría que inmemorial.
    La Ciencia parece a veces acercarse a la solución (Teoría Cuántica)pero a veces parece alejarse (Teoría de los Universos Paralelos, Teoría de Supercuerdas...). Así que no seré yo el que crea que ha resuelto la cuestión de un plumazo.

    En cuanto al descubrimiento de que al pensamiento "consciente" le precede uno "inconscinte"...pues bueno...ahí yo creo que la verdad, en el fondo se está discutiendo una cuestión de matiz o concepto. A veces, en algunos programas de TV he visto como se planteaba el descubrimiento desde la perspectiva de que ese pensamiento inconsciente que surge primero, escapa de nuestro control, como si fuera una especie de pensamiento "de fuera". Que yo no controlo. Pero todos los pensamientos que surgen de un cerebro, son de ese cerebro, de eso no hay lugar a dudas. A veces, haciendo una analogía con los ordenadores, esos pensamientos están en "background" para no molestar a lo verdaderamente importante, en cualquier caso, lo que estaríamos descubriendo es la manera que tiene de trabajar el cerebro, primero, la información se procesa a un nivel, luego a otro...

    En fin, el tema da para mucho...así que ya irán surgiendo por aquí ideas...

    Un saludo.

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  2. Gracias por la reflexión, cambiosocialya. A ver si encuentro un hueco y lo comento.
    Un saludo.

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  3. ..."El destino está escrito en las estrellas, pero siempre depende de ti que se cumpla". Siempre me gustó este dicho oriental,en el mundo de los Dioses,el hombre no podia evitar su destino,con Cristo aparece la responsabilidad, la decisión,y al final todo estaba escrito..

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  4. Pues yo no creo que tengamos libre albedrío. Creo que nuestras respuestas son tan complejas, aleatorias e impredecibles que nos da la sensación de que podemos controlar lo que pensamos o hacemos.

    El cerebro es un sistema de señales. Unas neuronas activan a otras. Estas primeras neuronas han sido activadas por otras y así sucesivamente. ¿Quien activa a las primeras neuronas desencadenantes de la respuesta final? Hay dos opciones:
    - Estímulos externos (señales externas), lo cual demuestra que no hay libre albedrío, solo reaccionamos de forma muy compleja a las señales externas.

    - Somos capaces de activar neuronas a voluntad.Tenemos algún sistema para despolarizar neuronas a voluntad, sin usar ningún tipo de señal. Lo cual es un poco increíble. Sé que hay despolarizaciones espontáneas, pero son aleatorias o influidas por otras señales.

    En conclusión, creo que no tenemos libre albedrío. Creo que tenemos un sistema muy complejo de señalización que responde a estímulos externos.
    Algunos dirán... ¿Entonces por qué somos capaces de reflexionar o de soñar? Es todo lo mismo. En todos los casos hay estímulos externos previos que activan caminos de señalización. Nosotros no controlamos esas señales, ni esos caminos. Creo que no controlamos nada.

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  5. Gracias María Mercedes y Sandra por sus comentarios.

    Ciertamente, estamos ante uno de los problemas filosóficos (o psicológicos) más arduos y complejos que existen. Es muy probable que, por muchas vueltas que le diésemos al asunto, siempre llegáramos a la conclusión de que estamos determinados por factores que no controlamos. Ocurre, no obstante, que creo que no es incompatible estar determinados pero ser libres. La idea de la determinación de la conducta afecta a todo ser del universo (vivo o no vivo). Por ejemplo, los movimientos de una piedra están determinados por fuerzas externas a ella. Si los seres humanos estamos, en última instancia, determinados por x fuerzas incontrolables, ¿nos podemos equiparar a las piedras? ¿Somos tan poco libres como ellas?

    Comparemos a un loco con un cuerdo. El cuerdo, según decimos, está controlado por factores incognoscibles. El loco, también. ¿Es, por tanto, el cuerdo tan poco libre como el loco?
    Un niño pequeño está determinado por factores que él no puede controlar. El adulto, supuestamente, también. ¿Entonces el adulto es tan poco libre y responsable de sus actos como el niño?

    Otro tanto podríamos decir del ebrio frente al sobrio.
    Sin entrar, de momento, en más detalles, cualquier persona diría a bote pronto que un ser humano es “más libre” que una piedra, un loco más que un cuerdo, un adulto más que un niño pequeño, un sobrio más que un ebrio. Hagamos más visible mi intención con estas comparaciones. Imaginemos a un niño esquizofrénico y ebrio.

    Comparemos su conducta con la de un adulto cuerdo y sobrio. ¿No es cierto que tenemos, al menos de entrada, la firme impresión de que el adulto cuerdo es “más libre” que el niño esquizofrénico y ebrio?

    Sin embargo, ambos están determinados por causas que quizá escapen a su control. ¿Cómo resolver este dilema?

    ¿Qué rasgos comunes tienen los niños pequeños, los locos y los ebrios? Su conducta es errática. Nadie puede saber muy bien qué hará un niño pequeño, un loco o un ebrio. No sabemos por dónde nos van a salir. Son impredecibles. ¿Por qué? Porque no son capaces de establecer un fin determinado y firme y guiar sus pasos para alcanzarlo. Afrontan el mundo a impulsos. Se diría marionetas de fuerzas incontrolables. Pensemos en una hoja que cae del árbol en otoño. ¿Es libre esa hoja? No, ella no controla la caída. Simplemente está a merced del viento y la fuerza de la gravedad. Y no es capaz de albergar ningún fin. Si el aire sopla para arriba, ella se elevará un tanto. Si se produce un torbellino, ella dará vueltas dentro de él…

    A mi modesto entender, nosotros, los seres humanos racionales y cuerdos, somos totalmente diferentes a esa hoja otoñal:

    1. Nos fijamos determinados fines: sacarme una carrera, mantenerme esbelto, dejar de fumar, pintar un buen cuadro…
    2. Ponemos los medios para alcanzar esos fines: estudio, hago dieta y ejercicio, me resisto a fumar pensando en otras cosas, aprendo a dibujar y pintar…

    Ahora bien, ¿en función de qué cosa nos fijamos esos fines? En función de nuestra naturaleza. Una naturaleza que, es cierto, no hemos elegido. Pero bueno, una vez dada mi naturaleza, yo no puedo hacer otra cosa que satisfacerla. Por ejemplo, es parte de mi naturaleza el deseo inconsciente e instintivo de vivir. Esto me es dada desde el nacimiento sin que yo haya hecho nada para sentirlo. La proximidad del dolor y la muerte me alejan de mi deseo de vivir y de ser feliz. ¿Qué debo hacer entonces? Si soy un ser racional, buscar la manera de procurar longevidad y felicidad. Y, para ello, entiendo que necesito trabajar (para comer, tener casa…), cuidar mi salud (mantenerme esbelto…), descubrir y cultivar aficiones (pintar cuadros, tocar la guitarra…), etc.

    Es decir, yo no he elegido mi naturaleza. En eso soy tan poco libre como la piedra o la hoja. Pero, una vez que yo descubro cuáles son mis más profundos e inconscientes deseos (vivir con la mayor felicidad posible), ideo maneras de satisfacerlos: me propongo fines y medios para alcanzar ese fin original (vivir mucho y feliz en la medida de lo humanamente posible). Es decir, si yo concibo fines y los alcanzo racionalmente (por medio del entendimiento y la voluntad), yo controlo mi conducta. En tal caso, soy libre. Aunque, ciertamente, no siempre sé ni puedo hace lo que conviene a mi naturaleza: a veces me flaquea el entendimiento o la voluntad. Entontes pierdo control sobre mí, dejo de ser (tan dueño) de mí. En ocasiones levanto la mano a los rigores del deber y me dejo llevar por apetitos que obstaculizan mis fines más preciados: “no me pongo a estudiar, me echo un cigarrillo, como de más, no me aplico en el dibujo…”

    Pienso, por tanto, que la libertad es solo concebible por un ser capaz de fijarse metas racionales y de alcanzarlas mediante el ejercicio de la voluntad y la inteligencia.
    Creo que la fuerza de las religiones estriba, precisamente, en que favorecen el fortalecimiento de determinados fines, permitiendo a la persona alcanzarlos con mayor seguridad.

    Gracias a todos por sus reflexiones.

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  6. Raus,todos estos temas que planteas como todo lo relativo al hombre, son confusos,interesantes,y al hombre no deja de fascinarnos.Nos encanta debatirlo, intentamos entenderlos, para entendernos mejor a nosotros mismos.Creo que nosotros decidimos nuestro camino,lo que queremos hacer, nuestros objetivos,pero siempre tenemos que tener en cuenta unas variables que no contamos con ellas, pero rapidamente remodelamos los nuevos datos e intentamos incorporarlos en el proceso, para continuar nuestro camino.No creo que sea bueno creer que todo lo contolamos,ya que esto genera una gran ansiedad,ni pensar que todo viene del cielo ya que a veces no viene..;)

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  7. Hola amigos.

    Con frecuencia hablo de estos y otros temas con un hijo mío y él se mustra determinista mientras que yo defiendo un ser humano con criterio propio y voluntad libre.

    Él ve limitaciones por todas partes, me habla del condicionamiento (no predisposición) genética, de la educación recibida, del efecto mariposa,... Incluso argumenta que, si partimos de la creencia en Dios, de SU conocimiento absoluto, sabe lo que va a ocurrir, por tanto todo está determinado y no soy libre.

    Solo se me ocurren dos cosas:

    1.-No soy responsable (entendida la responsabilidad como consecuencia de la libertad) de todo el universo, pero SI del zurrón que llevo a la espalda: "ora et labora", "la vida es lo que te ocurre mientras planificas, pero hay que hacer planes", "reza como si todo dependiera de Dios y trabaja como si todo dependiera de ti mimso", "la cadena de tus SI y tus NO va dando forma a tu SI-NO", "si das una limosna ESA es tu decisión, lo que hagan con ella es la SUYA", "puede que no la tenga toda, pero sí una parte de libertad", "si yo tuviera toda, tu no tendrías ninguna, la mía limita con la tuya"...

    2.-Supongamos un pájaro capaz de volar a una velocidad (determinada), que vive durante un tiempo (determinado).
    Lo recluyo en una jaula el doble o el triple de grande de lo que es capaz de recorrer en toda su vida.
    ¿Es libre de ir a donde quiera?
    ¿Cambia su actitud si conoce la existencia de la jaula?
    ¿...?

    Ahora tambien se me ocurre invitarle a que os lea, creo que podeis ayudarle más que yo.

    Gracias por ayudarme a seguir pensando.

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  8. Desde luego, María Mercedes, no siempre controlamos nuestras vidas, ni mucho menos. Somos seres dilemáticos: nos debatimos continuamente entre lo que deseamos hacer en cada momento y lo que deberíamos hacer para alcanzar objetivos más elevados. Y continuamente aparecen estorbos a nuestro intento de controlar nuestras vidas según criterios racionales. En otras palabras: muchas son las veces en que nos dejamos llevar por deseos impertinentes (ojo, digo impertinentes, pues muchos son compatibles con nuestros objetivos racionales).
    Yo creo que nuestro problema es que, desde luego, no controlamos todo: no controlamos fuerzas y sucesos impredecibles, ni nos controlamos siempre a nosotros mismos. Lo que nos hace infelices, estimada amiga, es no tener control sobre nuestras vidas. Por eso nos dice Punset que para ser algo felices tenemos que tener algún control sobre lo que hacemos. Si, por ejemplo, tenemos un trabajo en el que no tenemos ni voz ni voto, nos sentiremos bastantes desgraciados. En estudios con animales, Seligman comprobó que las ratas cuyas respuestas no servían para satisfacer su objetivo (escapar de una situación desagradable), acababan presentado síntomas de depresión. Le llamó indefensión aprendida.

    Hola, Nikomallas. Celebro que intentes convencer a tu hijo de que somos responsables de nuestros actos. Y encuentro acertada tu argumentación: todo no lo controlamos, claro que no: no todo lo podemos controlar, pero sí una buena porción de nuestras vidas. ¿Quién tiene más control sobre una determinada empresa: el jefe o el empleado? Indudablemente, el jefe, pero eso no significa que el jefe lo pueda controlar todo. Lo uno no quita lo otro.

    Es cierto que heredamos características genéticas y que adquirimos hábitos por condicionamiento y educación, pero esto implica, solamente, que esas herencias o adquisiciones son las “resistencias” que yo, como ser libre y racional, deberé vencer en la medida en que se trate de resistencias nocivas para el desarrollo de mi persona. Veamos algún ejemplo: cuando pasamos por una pastelería, todos (o muchos) estamos tentados de entrar y comernos más pasteles de los que deberíamos si queremos mantenernos esbeltos. Una visión determinista excesiva nos llevaría a la conclusión de que, hiciese lo que hiciese, estaría haciendo algo que escaparía a mi control:

    1. Si como más pasteles de los que debo, estoy controlado por impulsos: estoy determinado.

    2. Si me abstengo de comer pasteles porque respeto el régimen que me ha prescrito el médico, ¿también en este caso estoy determinado y soy no libre?

    Filosóficamente hablando, la tesis determinista es infalsable; y eso significa que no es científicamente correcta. Si yo me abstengo de comer ese pastel porque respeto un objetivo previamente establecido por mí, entonces soy libre, me he sabido controlar.

    Para salir de este círculo vicioso, entiendo que la persona tiene que hacer lo siguiente:

    - Reconocer que, como humanos, tenemos una determinada naturaleza: deseamos continuamente cosas. Somos seres “deseantes” y somos seres vulnerables. Si satisfacemos todos nuestros deseos, no llegaremos a vivir mucho tiempo. Pues, ¿iré a trabajar todos los días si de mí dependiese (si dependiese de mis deseos inmediatos)? ¿Pararé de beber alcohol si me apetece beber y luego tengo que coger el coche? Es decir, continuamente estamos enfrentados a deseos incompatibles: quiero vivir bien, pero para ello tengo que trabajar, cosa que no siempre me gusta. Quiero comer pasteles (me encantan), pero también quiero estar delgado y saludable. Insisto somos criaturas dilemáticas. Muchos de nuestros deseos son incompatibles.

    - Ahora se trata de elegir la opción que más asegure mi felicidad durante más tiempo: la que me permita vivir más tiempo lo más feliz posible. Entonces escogeré aquellas opciones que satisfagan ese objetivo. Lo cual –insisto- no significa que me no permita echar mis canas al aire.

    Pero quiero que este punto quede lo más claro posible. La ciencia nos dice que tomamos decisiones de manera inconsciente. Esto, se diría, es un argumento a favor del determinismo, pues parece demostrar que mis cálculos conscientes son inútiles, superfluos: solo aparentes. Pero esto no es cierto. Si yo decido conducir mi vida con arreglo a los hechos y las evidencias, estaré asegurando, hasta cierto punto, que mis decisiones sean mis decisiones. Veamos un ejemplo. Yo admito que, dada mi naturaleza, lo que deseo es vivir mucho tiempo y, a ser posible, bastante feliz: este es mi objetivo final (lo cual puede exigir que los demás, en especial mis seres queridos, también sean felices). ¿Cómo lo conseguiré? Guiándome por la razón: por la evidencia disponible. Imaginemos que yo no supiese que el exceso de sal fuese mala para la salud. Evidentemente, como los alimentos bien salados me estarían sabrosos, no tendría problema en comerlos en abundancia. Pero eso estaría minando mi salud, con lo cual yo no alcanzaría mi deseo de vivir mucho, con la necesaria salud. Ahora supongamos que las autoridades médicas nos informasen de que un exceso de sal puede ser muy malo para la salud. Pues bien, si yo deseo alcanzar mi objetivo de ser longevo, lo más razonable que puedo hacer es privarme de sal excesiva. Cuando alguien me ofrezca alimentos muy salados, yo, cortésmente, rehusaré tomarlos. ¿Tiene, entonces, sentido decir que he tomado una decisión inconsciente? Entiendo que no tendría sentido, pues he obrado de acuerdo con mis cálculos racionales para alcanzar mi objetivo de vivir saludablemente. He obrado determinado por mí mismo, en función de los intereses que, de acuerdo con mi naturaleza, he establecido PREVIAMENTE.

    Es decir, al acogerme al dictado de las pruebas, las evidencias y la razón, yo seré capaz de gobernar mi vida en buena medida.

    El genio de Laplace sabría predecir el futuro, tanto de los movimientos planetarios como el de cualquier persona racional, pero ello no significaría que la persona racional no sea –hasta cierto punto- libre. Significa que tanto los sistemas no libres (los planetas, las piedras, los locos…) como los sistemas libres (las personas racionales) están determinados. La diferencia es que los planetas están determinados por fuerzas físicas (leyes) y las personas (auto)determinadas por razones. De hecho, un ser libre (racional) es más predecible que uno ajeno a la razón. El loco es menos previsible que el cuerdo, pues éste está sujeto a normas y razones y aquél no. El loco solo sería previsible para el genio de Laplace, y no sé yo…

    Si algo no ha quedado claro, estaré encantado de buscar más argumentos y ejemplos.
    Gracias por vuestras reflexiones.

    Un cordial saludo.

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  9. Eso me recuerda a la teoría del Caos, que sin duda es interesante para intentar comprender la naturaleza de las cosas.
    Recomiendo encarecidamente el libro de James Gleick para quien no lo haya leido.

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  10. Lo leeré en cuanto pueda, que no lo conozco.
    Muchas gracias por la recomendación, Anónimo. Muy amable.

    Saludos.

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