jueves, 23 de abril de 2009

LOS RECADOS DEL ESPEJO.


¿Y ahora qué, señores? Cayó el muro de Berlín, y con él un régimen que, a mi entender, obraba contra nuestra naturaleza, pues imponía (o trataba de imponer) la igualdad por la pura fuerza. Un régimen que cortaba de raíz el humano deseo de emprender, competir, exhibirse y superarse y, que, por supuesto, acumulaba demasiadas contradicciones e injusticias en su seno como para que pudiera perpetuarse en el tiempo. Ahora, otro tanto con el capitalismo desaforado. Otro muro ha caído. Casi han pasado 41 años desde la llamada revolución del mayo del 68. En las calles se reproducen, en las nuevas generaciones, gestos, actitudes y atuendos que nos recuerdan a los melenudos utópicos de aquel año y posteriores. Los movimientos “antiglobalización” o “anti-sistema” parecen cada vez más fuertes. Ciertamente, hay motivos para el descontento y la alarma. Si un sistema está basado en una economía “especulativa” y en la pasión de la codicia desatada (la llamada “cultura del pelotazo), el resultado es, antes o después, una injusticia que deja a muchos con una mano delante y otra detrás. Un sistema de contrastes sociales demasiado fuertes que sume a buena parte de la sociedad y el mundo en la desesperación. No puede ser.

Muchas preguntas flotan en el aire: los nuevos movimientos anti-sistema, ¿acabarán disolviéndose en el matraz de un capitalismo feroz reinventado con apariencia de “cordero”? ¿Sabremos construir un sistema económico que evite los excesos del comunismo y del capitalismo desaforado? ¿Seremos capaces de idear un sistema justo sin renunciar a la competitividad y el estímulo empresarial? ¿Seremos capaces de inventar una forma de vida que no esquilme y contamine el planeta?...


Me temo que nadie tiene la solución a estas y otras preguntas. Quizá el problema de verdad haya que mirarlo en nuestro interior, en nuestra naturaleza, en nuestras aspiraciones y deseos, hoy exacerbados por señuelos publicitarios que nos quieren vender el “paraíso”. Quizá nuestro problema es que todos, o casi todos, aspiramos a ser banqueros de éxito, pero que, en la medida en que no lo somos –ni lo podemos ser- salimos a las calles a dar patadas a las sucursales bancarias. Hay que mirarse al espejo, y ser valiente: ahí está mi enemigo.

8 comentarios:

  1. Pues muy de acuerdo en lo que dices, como siempre. El mundo llega una y otra vez a lo mismo por múltiples caminos porque no lucha contra un sistema, ni dos ni tres. Contra lo que lucha es contra la naturaleza humana, y esa no es tan fácil de derrocar como un gobierno o un sistema económico.
    Esta crisis, una vez más será una oportunidad para el cambio. ¿Sera el cambio hacia algo mejor o hacia lo mismo de siempre?

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  2. Gracias, cambiosocialya. Ése es el problema que yo veo. Lo más fácil es echar la culpa al sistema: a los banquero, los empresarios, los gobiernos, los ricos, la televisión, la publicidad... Sí, por supuesto, todos estos agentes tienen su gran parte de culpa. Pero el ciudadano debe asumir que él forma, por lo general, parte del sistema. Creo que nada cambiará hasta que dejemos de considerarnos criaturas irresponsables y marionetas del entorno y la cultura. Pero esto es algo de una dificultad formidable. Lo más fácil es chuparse el dedo y delegar la reponsabilidad en terceros.
    Gracias.
    Un saludo.

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  3. Estoy de acuerdo con vosotros, me recuerda una antigua canción de Juan Manuel Serrat, donde hablaba de....< unos tipos que daban de comer a las palomas,y la culpa es del otro si algo sale mal, entre esos tipos y yo hay algo personal.> Era una canción que reflejaba la vida publica, de una serie de personas,que solo buscan un tipo de poder, que realmente no les conduce a nada.

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  4. Sí, María Mercedes. Es esa facilidad con que le pasamos la patata caliente al otro o a lo que sea. No sé si siempre ha sido así, pero hoy día es posible refugiarse de la responsabilidad personal acudiendo a frases ya hechas, o para tratar de justificar a los responsables o a los culpables haciéndolos víctimas en falso: "La culpa es de la sociedad"; "la culpa es del capitalismo"; "la culpa es del sistema (el que sea); "pasó un infancia desgraciada, por eso ahora delinque"; "vivió en una familia "desestructurada", por eso ahora fastidia a los demás"; "este chaval no es que se porte mal, es que está en una edad difícil"; "la publicidad nos hace ser consumistas"; "se accidentó porque iba bajo los efectos del alcohol"; "yo no me arrepiento de nada, es inútil: lo hecho, hecho está"; "fumo porque mis amigos fumaban"; "estoy gordo porque sufro ansiedad"; "el agua me engorda"; "da igual lo que hagamos en esta vida, cada cual tiene su destino"; "los tauros somos tozudos"; "estamos determinados por el movimiento de nuestros átomos (determinismo)"; "la ciencia nos dice que nuestras decisiones son inconscientes"...

    ¿Realmente creemos en la libertad personal? La mayoría no quiere creer en ella: es incómoda. Quien quiera engañarse a sí mismo, lo tiene fácil: sólo tiene que recurrir al inmenso arsenal de delegaciones anterior, y punto.

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  5. Raus, estoy totalmente de acuerdo contigo,es más facil que la culpa sea de otro,pido una ayuda social y en paz. Creo que para tener conciencia de lo que somos de lo que podemos ser y que realmente una gran parte de todo depende de nosotros, es necesario un numero de neuronas minimo, que por desgracia no hay, pedir responsabilidad de los actos, decidir, trabajar tener un objetivo claro, no es tan claro,es más cómodo ser víctima andar en la tragedia, en las malas decisiones,eso vende mucho, y además esta bien visto,lo triste es que podrian ser más felices si cambiaran de chip,pero otra vez más como dice Serrat...".No es triste la verdad,lo que no tiene es remedio."

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  6. Eso me recuerda a algo que decía Ortega, y que después también he escuchado a nuestro querido Marina. Para educar, hay que entrenar a la voluntad. Ortega decía que lo primero que había que enseñar a los niños, antes siquiera que a leer o hacer otra cosa, es a habérselas con las emociones básicas, y a las motivaciones básicas. Habría que entrenar a los niños en tener voluntad, a controlar su ira, su ansiedad, su miedo...
    Y solo entonces empezar a educarles por el lado técnico.
    Sin voluntad, no hay nada.

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  7. Soy pesimista ante este tema, mucho me temo que si no se reforma lo que ya hay establecido o se sustituye por algo nuevo, será algo cíclico. Cuando las cosas van bien todo perfecto, pero cuando las cosas van mal buscamos culpables pero que no seamos nosotros. Una vez pase y todo vuelva a la "normalidad", supongo que las cosas volverán a su cauce y la codicia, inseparable de nuestra naturaleza humana, volverá a ocupar su trono. Como usted dice todos queremos llegar a la cúspide pero no todos podemos, y más aún cuando queremos llegar de la forma más rápida y fácil posible.

    La salida a esto no va a ser algo muy distinto. Ni siquiera han hallado solución alguna en el Foro Económico Mundial en Davos, y eso que allí concurren “la flor y nata” de la economía. Evidentemente algo debe cambiar, pero ¿podremos? o más bien, ¿querremos?

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  8. La primera vez que tropecé con una mesa cuando aprendía a andar, lloré y me consolaron regañándo a la mesa. Tropecé más veces porque no habían solucionado el problema y la mesa me tenía manía. No era mi problema, era de la mesa y lo pagaba yo, su víctima. Un día alguien me llamó gilipollas y dijo que la mesa estaba allí antes. Ella no controlaba la situación ni se movía, era yo el que la golpeaba a ella. Creo que fué en ese momento cuando empecé a meditar sobre mi responsabilidad en el asunto. Efectivamente yo no la había situado allí, no la había construído, no podía cambiarla, pero entendí que sí podía hacer algo al respecto.
    Nos quejamos (algunos) de tantos programas basura que emiten por televisión, incluso muchos de los que los ven se quejan, pero ¿quién les hace entender que si los emiten es precisamente porque ellos los ven?.
    Hablamos de la situación en el "tercer mundo", donde una persona trabaja de sol a sol por un puñado de arroz. Para disfrutar nosotros, "primer mundo", (¿cual es el "segundo"?) de todo lo que disfrutamos dedicando el tiempo y esfuerzo que dedicamos, otros muchos tienen que pagarlo. ¿quién nos lo hace entender?
    Esto no es más que una enorme pirámide, pero no hemos inventado el espejo en el que nos miremos y nos lo haga ver.
    En cualquier caso, como siempre habrá muchos con problemas de visión, no podemos esperar que se solucione simplemente por las leyes de mercado. Habrá que inventar mecanismos de intervención, sistemas de seguridad que marquen límites distintos de los actuales.
    ¿Existe algún código moral de autocontrol en la banca que cubra las lagunas legales?
    Pienso que está demasiado arraigada la idea de que la moral es la moral y los negocios son los negocios.
    Además, la cosa se agrava mientras haya tantos que confunden legalidad y justicia. Sienten su conciencia tranquila porque simplemente se ajustan a la ley. Pero la ley es deficiente, como toda obra humana. No sienten remordimiento alguno al beneficiarse de sus deficiencias, la responsabilidad es del legislador. Hace falta algo más que leyes para que la humanidad no deje de serlo.
    Saludos

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